Política

 

Bono, el mítico líder de U2 y reconocido activista en la lucha contra la pobreza en África, lucha que por cierto le llevó a ser nominado en 2005 y 2006 al Nobel de la Paz, destacó que “la música puede cambiar el mundo porque puede cambiar a las personas”. Y, haciendo un recorrido a lo largo de la historia podemos afirmar que, si esto no es como Bono dice, la realidad está muy cerca.


Sin lugar a dudas, parte de nuestro lenguaje emocional está intrínsecamente ligado con la música, dejando patente la alta transmisión sensorial que siempre ha tenido este arte en nuestro interior. Llega hasta lo más profundo de nuestras entrañas, configurando, en la mayoría de los casos, un estilo de vida que va directamente asociado a nuestra personalidad.


Este proceso de construcción de nuestra identidad personal viene dispuesto por nuestra relación con los distintos grupos sociales con los que interactuamos, configurando así nuestra identidad política. Este proceso de socialización temprana va en la mayoría de los casos sincronizado a un proceso de socialización musical, gracias a que nuestros gustos musicales suelen ser un fenómeno que nos permite conectar con personas afines a nuestros gustos.


Y es que tal y como señalan multitud de artículos relacionados con el campo de la neurociencia, las razones para votar por una determinada opción van mucho más allá de lo racional y de lo ideológico, entrando en juego elementos emocionales y conexiones neuronales que poco tienen que ver con las propuestas que nos hace llegar desde los partidos que entran en liza en un contexto electoral.



Es tal vez por este motivo que música y política, así como los profesionales que se dedican a ello, sin diferenciar el espectro ideológico y la reivindicación social, han ido utilizando sus palabras, es decir, sus canciones, para hacer llegar más lejos aquellos mensajes políticos y

sociales y sus reivindicaciones. En definitiva, su lucha política, con el objetivo de captar adeptos a su causa y convertirse así en prescriptores del movimiento que ellos y ellas representan.


En la mayoría de estos casos la música ha sido un instrumento de protesta contra el poder establecido, buscando derrocar al statu quo político actual y unir a un grupo de la población bajo el mismo manto cultural. Pero, como he dicho anteriormente, estos son mayoría pero no exclusiva, puesto que han sido varios Gobiernos los que también han ‘utilizado’ a cantantes o grupos de música, de una manera extraoficial, para transmitir aquellos mensajes que más les convenía. Llegados a este punto, creo que conviene recordar una de las series que mejor ha retratado algunos aspectos de nuestra sociedad, Los Simpsons, recuperando el uso que hicieron de la banda musical de Bart, Panda Tope, y su canción Alístate en la Marina, cuyo objetivo era, efectivamente, aumentar el número de jóvenes que se unieran al ejército estadounidense.


Música y política

Escribía ya hace unos años Xavi Peytibi, aunque sigue estando más vigente que nunca, que la identificación es una de las claves para establecer una vinculación emocional entre político-ciudadanía. “Nos identificamos más con alguien alegre, cuya percepción nos provocará verlo con optimismo, entusiasmo, j­ovialidad o esperanza. Uno de los modos rápidos para que alguien nos parezca o nos haga sentir es a través de la música”, en palabras del propio autor.


A lo largo de nuestra historia, tal y como indica también Xavier Peytibi en el artículo, es a mediados del siglo XIX en EE.UU. (dónde si no) cuando empezaron a crearse “canciones hechas a propósito para el candidato, hablando de él o criticando satíricamente al opositor, por ejemplo Lincoln and Liberty (1860) o Tippecanoe and Tyler Too (para Harrison en 1840)”. Más tarde, ya en el siglo XX, fue cuando diferentes grupos de música profesionales empezaron a mostrar públicamente sus vinculaciones políticas e ideológicas a favor, o en contra, de un determinado candidato.


Como podemos comprobar, la vinculación entre música y política o entre campañas electorales y política no es nada nuevo, ya que esta relación se viene gestando durante hace ya muchos años.


Si hemos de elegir un político de primer nivel que ha tenido el apoyo musical de grandes referentes artísticos de su país, este ha sido, sin lugar a dudas, Barack Obama. Y buena muestra de la relación que gestó el entonces presidente de los EE.UU. con uno de sus activistas musicales, Bruce Springsteen, es el reciente lanzamiento del podcast Renegades: Born in the USA por parte de ambos.

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